lunes, 4 de febrero de 2008


El espiritu humano rebosa pasiones; tiene para dar y tomar, por servirme de otra locución trivial; pero ese desgraciado espíritu, cuya depravación natural es tan grande como su aptitud repentina, cuasi paradójica, para la caridad y las virtudes más arduas, es fecundo en paradojas que le permiten emplear para el mal el exceso de esa pasión desbordante. Nunca cree que se vende en bloque. en su engreimiento olvida que se la juega con uno más sutil y fuerte que él y que aunque sólo se le entregue un cabello, el espíritu del mal no tarda en llevarse la cabeza. Este señor visible de la naturaleza visible (hablo del hombre) ha querido pues crear el paraíso mediante la farmacia, mediante las bebidas fermentadas
tal un maníaco que reemplazara muebles sólidos y jardínes reales por decorados pintados en tela y montados sobre bastidores.
(los paraísos artificiales)

1 comentario:

Lau dijo...

felicidad en un paraíso para tontos :S